Si se anudaba el pañuelo rojo en la cabeza, inmediatamente se convertiría en un osado pirata en busca de un tesoro escondido. La sábana era una capa que hacía invisible a quien la portara. Cada noche antes de dormir, su padre señalaba objetos de la habitación y les atribuía propiedades maravillosas. Luego inventaba una historia que llevaba al niño en volandas a mundos ficticios donde todo, absolutamente todo, era posible. Y antes de arroparle, le decía que, aunque escuchara gritos, mamá y papá no estaban enfadados, que siempre cuidarían de él.