Unas rebotaban en infinitud de paredes, como en una especie de frontón, con la esperanza de llegar a su destino. Otras llegaban en un atractivo envoltorio que disimulaba su contenido, pero reclamando a gritos su libertad. Algunas estaban ocultas, suspirando por ser descubiertas. Las palabras contenidas en indirectas, eufemismos e insinuaciones entre líneas llenaban tanto espacio que el sentimiento original parecía encogerse y perderse en un abismo verbal, comprimido como un mensaje metido en una botella y lanzado al mar sin saber si realmente llegará a su destino. De modo que se decidió. Con un ligero temblor en la voz y su mejor sonrisa, dejó ir unas palabras desnudas, entre interrogaciones, consciente de la desesperante incertidumbre que se apoderaría de él hasta saber la respuesta.