Esta es la primera incursión de la autora en la novela tras haber publicado varios libros de microrrelatos y aforismos y su segundo libro con la editorial Jekyll & Jill. Es una novela corta, aunque no por ello menos intensa, que aparece como un tránsito natural a partir de una obra previa construida sobre géneros breves. Cuenta la historia de Marina, quien, tras una experiencia laboral tóxica que acaba en un despido, trata de reconstruir su vida y, sobre todo, superar el desgaste psicológico. A lo largo de la novela, se van desgranando los sucesos de aquella experiencia junto con los problemas que se encuentra en su nuevo empleo, en lo que supone una batalla entre el sentido de la integridad del personaje frente a un entorno insensible con los trabajadores. La novela completa este retrato con otros personajes cercanos en los que Marina busca apoyo, especialmente su abuelo, al que la novela se refiere como El Capitán y que, como se ve desde el inicio, representa un puerto seguro para ella:
«Oírlo era tomar conciencia anticipada de cuanto se nos venía encima. A mí me gustaba visitarlo en esa casa en la que había pasado la mayor parte de su vida. Determinados espacios nos retienen en su atmósfera ingrávida».
«Mar de fondo» no es una novela de grandes giros dramáticos ni centrada en la acción. Es, en esencia, una historia cotidiana por la que la autora nos conduce empleando con pericia dos estrategias narrativas en particular: la estructura fragmentaria y la narración coral. La trama se construye a partir de capítulos muy breves, narrados en primera persona, que van armando un mosaico no lineal y sin transiciones explícitas. Aunque durante aproximadamente dos terceras partes del libro seguimos la perspectiva de Marina, se intercalan también capítulos narrados por personajes cercanos que desvelan aspectos de la historia y aportan matices distintos. En este sentido, el resultado se asemeja más a un trencadís gaudiniano, una composición de fragmentos que, al reunirse, no buscan replicar una imagen original, sino construir un nuevo sentido e introducir dudas sutiles en la percepción del lector. Y digo sutiles porque la autora, siendo ella misma profesora de cursos de narrativa, toma una decisión estilística que contradice la recomendación habitual en los talleres literarios de que cada narrador tenga una voz diferenciada. En «Mar de fondo», las voces de los distintos personajes mantienen una unidad de estilo que funciona con naturalidad. Salvando las distancias de tono y propósito, lo compararía con el efecto de los testimonios de un documental de entrevistas cruzadas que otorga verosimilitud a todos los implicados aunque aporten diversas subjetividades. Conviene destacar aquí una apuesta, quizá arriesgada por no ser del gusto de todos los lectores, de usar en algunos capítulos una voz que representa a los jefes y que rompe la cuarta pared e interpela directamente al lector.
Aunque la trama versa sobre el abuso y las injusticias en el mundo laboral, no es esta una novela de temática social al uso, ya que no aborda estos temas desde la precariedad. Ni Marina es una persona de origen especialmente humilde ni tampoco pasa largo tiempo desempleada. La novela trata el conflicto desde una perspectiva más transversal e independiente de aspectos económicos: la de la salud mental. Y es aquí donde enlaza con otros temas y va más allá de lo meramente social. La lucha de Marina por mantener sus principios a pesar de todo; la factura psicológica que debe pagar por ello; la búsqueda de refugio en las personas cercanas; y la importancia de alejarse de las que resultan tóxicas. Se podría decir que la trama social no es el fin último de la novela, sino un vehículo para mostrar, como nos recuerda un personaje, nuestra condición de náufragos:
«Aún me llevó unos días descubrir que aquello no era sino una especie de aviso para navegantes por el que asumía, sin ambages, nuestra condición perecedera de náufragos. Aquel combate infructuoso iba a servirnos, en adelante, de recordatorio».
El estilo narrativo es reflexivo, intimista y a veces melancólico, pero sin caer en lo empalagoso, gracias a una prosa contenida que busca la resonancia más que el impacto. Un rasgo que conecta con la evolución de la autora, visible en sus publicaciones en redes sociales, hacia el aforismo poético, en el que funde la lírica sutil con la reflexión. Con estos mimbres, se construyen capítulos cortos que, sin ser microrrelatos per se, comparten con ese género una intensidad concentrada capaz de sostener la tensión a lo largo de las pocas páginas que dura la novela.
En definitiva, «Mar de fondo» nos adentra e invita a reflexionar sobre la indefensión ante ciertas dinámicas laborales, la dificultad de superar cualquier forma de desgaste emocional y la necesidad de apoyarnos en los demás. Al fin y al cabo, todos hacemos equilibrios en un mundo imperfecto y, en algún momento, hemos tenido que buscar un punto de apoyo. Como se dice en la novela, «He aquí el mar de fondo enrarecido en el que braceábamos todos en mayor o menor medida».

