Luce una crecida melena, barba descuidada y le urge una muda de ropa. Una montaña de papel arrugado anuncia los días que lleva persiguiendo escribir algo. Aislado, sigue una dieta frugal y lleva una vida contemplativa, paseando entre las palmeras, buscando la inspiración. El éxito unánime de crítica cosechado por su primer libro le bloquea. Siente la presión y ninguna idea le parece suficientemente digna. Es su última oportunidad, no queda otro pedazo de papel en toda la isla. Se dirige a la playa, lo introduce en la botella y la lanza al mar. Necesito más tiempo, dice la nota.

 

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