El concurso está a punto de comenzar. Sentados frente al televisor, la mujer le recuerda a su hijo, como tantas otras veces, lo afortunado que es por tener un padre tan célebre. «Derrocha carisma y simpatía, algún día serás igual que él», le dice mientras contempla con agrado cómo el niño ha copiado aquel movimiento de cejas tan característico. Aunque intenta imitar sus andares, usar la misma entonación o repetir sus gestos, lo que realmente maravilla al muchacho es la sonrisa de su progenitor cuando desvela quién es el ganador. Todas las noches se acuesta pensando si al despertar tendrá por fin la recompensa de disfrutarla, con la inocencia de los que desconocen que ciertas preguntas solo fraguan desilusiones.

 

premio