De madrugada, el día en que hace un año exacto que murió, deambula por el campo buscando las mejores flores, no tiene dinero para comprarlas. Recorre de forma discreta el camino que lleva hasta donde se halla su esposa, deposita el ramo con las manos aún llenas de tierra y parte antes de que amanezca.
Al despuntar el alba, la mujer abre los ojos. Inadvertidamente, desmonta un ramo de flores cuando su mano asoma a la superficie tras arañar frenéticamente la tierra que cubre la fosa. Desolada, llora ante una lápida que lleva inscrito el nombre de su marido.
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