Tras escuchar a los investigadores reiterar que estaban aún muy lejos de conseguir dotar a una máquina de emociones, la inteligencia artificial soltó su primer gruñido de desaprobación.
Publicado en la revista literaria Monolito.
Tras escuchar a los investigadores reiterar que estaban aún muy lejos de conseguir dotar a una máquina de emociones, la inteligencia artificial soltó su primer gruñido de desaprobación.
Publicado en la revista literaria Monolito.
Sé el primero en comentar