Todo cabe

Mundos paralelos, ruptura de expectativas, cambios de contexto, suspense, humor, terror…, todo cabe en un microrrelato si lo narras y lo estrujas bien.

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Contingencia

Aquella tarde en que salió del parque del Retiro por la puerta de Madrid en lugar de la de Hernani, que era la habitual, ocurrió algo extraño. En casa, le recibieron una mujer y unos hijos que no eran los suyos y aun así parecían reconocerle. Llevado por la curiosidad, decidió pasar allí la noche. Por la mañana, volvió al parque, lo abandonó por la salida de siempre y se reencontró con su familia. La experiencia de una existencia dual le resultaba emocionante y durante un tiempo alternó ambas puertas, hasta que un día, volviendo de su segunda vivienda, encontró el parque cerrado. Temeroso de perder definitivamente su vida original, probó suerte saliendo de casa por la puerta de atrás, con la esperanza de retornar a su propia realidad. Todavía habita indeciso una nueva versión del parque en la que no hay puerta de Hernani ni de Madrid.

 

Finalista en el X Concurso de microrrelatos «De paseo por el Prado y el Buen Retiro» de la Red de Bibliotecas Públicas del Ayuntamiento de Madrid.

 

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Caso abierto

En el almacén de evidencias la manzana aguarda entera, sumida en la orfandad con la flecha agazapada junto a ella. El orificio en la cabeza del niño es un indicio, pero no la solución. Las respuestas se escapan al mismo tiempo que los pasos sin puntería de Guillermo se apagan en la noche.

 

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¿En qué puedo ayudarle?

Era raro el día en que no llamaba al número de atención al cliente. Se sentía cómodo con aquellas locuciones breves y libres de ambigüedad que podían contestarse con solo enviar un tono al apretar la tecla adecuada. Pulse uno para contratar un servicio, pulse dos para consultar sus facturas. Mensajes dirigidos que constituían un oasis en aquel desierto de vaguedades léxicas por el que transitan las relaciones humanas. Hoy, ante una interlocutora de carne y hueso se ve obligado a cortar la comunicación. Por más que desea decírselo, no halla manera de articular las palabras necesarias para contestar esa pregunta que flota en el aire.

 

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Escarmiento

Tal vez conozcas a P, ese individuo casado con una mujer vanidosa, más falsa que Judas y de muy mal genio que lo hace tan desgraciado. Podría ser que a este hombre, durante mucho tiempo, todas sus parejas le hubieran acabado dejando por un amigo de personalidad frívola pero con aires de galán de cine y músculos prominentes. Quizás un día P urdió un plan para darle un escarmiento y se emparejó con la persona más insoportable que encontró. Y quien sabe si precisamente aquel día en que P iba a presentar a la mujer a su amigo, éste decidió no acudir convencido de que así P tendría una oportunidad de encontrar la felicidad.

 

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Qué importa

Mi madre nos explica a menudo los sucesos del día en que mataron a papá. Los militares arrastrando hasta el muro a todos aquellos que pensaban que habían cometido traición. Cómo los condenados cerraban los ojos para no ver los fusiles. El estampido de la detonación y la sonoridad de los cuerpos golpeando el suelo. Aquel sargento sin cerebro que lleno de ira apuntó con su pistola a un joven soldado porque un proyectil oxidado había atascado su arma. La actitud de resignación del muchacho mirando hacia abajo mientras la bala le atravesaba la cabeza. Y nunca aclara nada más.

 

Ganador de la semana del 15/09/2018 en el concurso del programa Wonderland de R4.

 

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Hurto

Un hombre de cierta edad dormita recostado en la ventana del tren. La mujer apoya la cabeza sobre su hombro con mayor cautela de la que desearía, para no despertarle. Observa su mano con ademán clandestino, casi como una voyeur. Un anillo evoca décadas de cariño y probablemente también disputas y algún período de hartazgo, quién sabe, los recuerdos y las quimeras siempre acaban por desdibujarse. Por unos minutos el mundo le pasa desapercibido y se reconoce dichosa. Cuando parece que el hombre se revuelve a punto de regresar de su letargo, ella se levanta con sigilo y cargando una pequeña mochila que encierra todo lo que le queda en la vida, se dirige a una puerta para bajar en la siguiente parada. Sentada en la estación, espera la oportunidad de robarle a otro desconocido un fugaz momento de intimidad.

 

hurto

Final abierto

La historia está protagonizada por alguien extremadamente desconfiado, a quien le invade la sospecha si un desconocido entabla conversación con él o cuando le piden sus datos personales en el banco. Y ahora está absolutamente convencido de que aquel tipo le ha estado espiando. No importa lo que haga ni dónde se encuentre, siempre que gira la cabeza está allí. Nuestro hombre ha resuelto acabar con la situación y tiene un plan. Hoy, de camino al trabajo, observa atentamente durante todo el trayecto para cerciorarse de que todavía le siguen, esperando el momento adecuado. En este punto introducimos un suceso inesperado: el perseguidor echa a correr hacia él sin más, precipitando los acontecimientos. Así pues, nuestro personaje dobla la esquina, espera a que llegue su acosador, y tras ponerle la zancadilla, le clava un destornillador que lleva en el bolsillo. Lo siguiente que hace es huir del lugar a toda prisa y girar en el primer cruce, donde un individuo le hace tropezar. No tanto por falta de inspiración como por el hecho de que el microrrelato es un género que requiere una lectura activa, vamos a dejar al lector que complete el texto y le dé sentido. Digamos únicamente que cuando nuestro protagonista levanta la cabeza, ve a un individuo con un destornillador dispuesto a acabar con la situación.

 

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Artes circenses

Los hermanos Kulibali somos expertos en acrobacias, nuestro talento es incuestionable. Si subir los seis metros de altura ya es un prodigio de agilidad, mantener el equilibrio allá en lo alto durante tanto tiempo proporciona momentos de enorme intensidad dramática. Todo el mundo puede comprobar que no hay truco, lo importante es tener convicción, si te lo piensas mucho ni lo intentas. Antes éramos cuatro, ahora solo quedamos dos. Es necesaria una gran disciplina mental para no capitular después de ver a otros caer de la valla tras dejarse la carne en las cuchillas. Sin embargo, siempre cerramos los ojos, apretamos los dientes y volvemos a intentarlo. Nadie nos va a dar otra solución. Como dicen en el circo, el espectáculo debe continuar.

Seleccionado entre los finalistas del VI Concurso Purorrelato de Casa África para formar parte de la publicación digital.

 

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Los reprochadores

Hay quien siempre juzga de un modo inclemente las acciones de otras personas, aún a sabiendas de que no hay nada que censurar. Señalan aquella mota de polvo en una grifería que brilla como un espejo o con la excusa de haberlos probado mejores, desaprueban un plato suculento. Mi familia, por el contrario, acepta las cosas tal como vienen. Mamá tolera los reproches resignada, unos están arriba y otros abajo, murmura a menudo. Mi padre se consuela diciendo que en realidad esa gente critica en los demás lo que no les gusta de sí mismos. Entonces me acuerdo de cuando la señora regañó a mi hermano al intentar coger una prenda del tendedero. El pobre me vino llorando porque ansiaba taparse para evitar las burlas por su pie fantasma. Aunque respeto mucho a papá, me cuesta creer que la señora también tenga un enorme vacío en la pierna más allá de la rodilla.

 

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Diferencias de criterio

Es cierto que desde que me lo dijo no ha conseguido articular palabra. Incluso reconozco que el charco de sangre y ese cuerpo repleto de agujeros de bala refuerzan su argumento. Con todo, no voy a rematarlo como me pide, eso de que es un muerto en vida son pamplinas. Me niego a aceptarlo sin consensuar una definición de lo que consideramos zombi, aunque lo use en sentido figurado. Dejaré que se desangre hasta morir como es debido. A ver si entonces sigue diciendo lo mismo.

 

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