Duda de su capacidad de resolver tan incierta situación hasta el punto de que la ha acabado aceptando como algo sin remedio. La coyuntura se repite tres o cuatro veces al día. Nota una especie de punzadas en la nuca que le recuerdan su presencia. Se dirige al sótano y entre súplicas, lamentos y frases confusas les deja algo de comida, pero sin quitarles los grilletes. Ellos creen que están vivos, le falta convicción para tratar de sacarles de su error. En ocasiones ve muertos. Y piden ayuda a gritos.

 

Publicado en el suplemento «Halloween de cuento» del número 21 de la revista «El Narratorio», noviembre 2017.

 

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